Categoria:Apuntes y Notas
En el marco del Seminario Santiago 2041, organizado por el Foro Innovación, el arquitecto urbanista y asesor del Ministerio de Transportes, Marcial Echeñique, anunció que para el año 2041, la extensión de la capital alcanzará 320 mil hectáreas, un anuncio que nos parece sumamente preocupante.
Preocupante porque hasta dicho periodo la población del área metropolitana de Santiago no se incrementará en más que 1,5 millones de habitantes por sobre la cifra actual. En el espíritu matemático de este asesor calzan las grandes cifras, prosperan las grandes dimensiones: podría haber dicho 500 mil hectáreas y nos quedaríamos igual de pasmados.
¿Cómo se enfrentará el crecimiento en el Santiago del año 2041? Imagino que, para entonces, el viejo urbanismo de los planes reguladores habrá sido dejado de lado, dejando tras de sí un mezquino legado que se limitó a clasificar suelo para nuevos crecimientos urbanos, preocupándose del cuánto crecer y dejando olvidado el cómo crecer. Imagino que por aquellos años un nuevo urbanismo vinculado con el ordenamiento territorial de la Región Metropolitana, promoverá la superación de los conflictos derivados de las propias actuaciones públicas, creadora de suburbios y de socavones de deterioro social que al 2041 se habrán multiplicado por diez.
En los urbanistas de espíritu matemático, calzan más los miles de metros cúbicos de hormigón puestos graciosamente sobre la ciudad para resolver la construcción de autopistas urbanas, que acciones de calidad que busquen resolver razonablemente los problemas que promueve la lejanía de las cosas. Las dos horas para ir al trabajo y los 90 minutos para ir al colegio, nunca han sido más elogiosos con un sistema de autopistas cuya única novedad es el cobro automático de peajes y por un Transantiago repleto de problemas de una gestión por resolver.
Mientras tanto, las comunas de la ciudad interior, aquellas del primer anillo metropolitano, se levantan cada mañana con un preocupante vaciamiento poblacional; extensas áreas de deterioro ambiental en donde los habitantes no encuentran los espacios de calidad necesarios para desarrollar sus necesidades vitales. El espacio publico de estas áreas es igual a las inocentes placitas de la ciudad rica, con la única diferencia que éstas se encuentran secas; secas por la desidia de autoridades que equivocan su misión y se preocupan de las demandas planteadas por la industria de la construcción y los concesionarios de autopistas, más que de los reales problemas de la población.
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